domingo, 11 de diciembre de 2005

Noche inventada

Hoy me he querido inventar una noche.

Mi noche empezó a las 3:00. No había música, ni luces, ni bailes. Sólo estaba yo, yo y la noche, rodeándome y girando sobre mí en vaivenes sinuosos. Sabía que me sentía algo solo, así que inventó palabras para mí.

Todas eran cálidas y de mirada almendrosa. Todas evocaban sensaciones de paz, de alivio, de emoción; aromas exultantes, trueques impensables, sabores sencillos aunque llenos de matices, de colores, de ventanas. Todas chispeaban, todas se encendían, todas se besaban y latían en frases ardientes.
Y por fin todas se acaban consumiendo, lentamente, entre brasas aún candentes.

Mientras las últimas palabras se van apagando, rozo con mis dedos sus cenizas, y las llevo a mi frente. De nuevo me pongo a dibujar, pero esta vez no aparecen máscaras ni desafíos, esta vez aparece un rostro, tibio y confortable. Ese rostro, ¿por qué no?, es el tuyo.

Mi noche acabó a las 4:00.


¿estás segura de que me toca el lado caliente de la cama?

jueves, 8 de diciembre de 2005

Anoche anduve


Anoche andaba, buscando recuerdos en el arcén, rascando las suelas en el asfalto, sintiendo como las ramas altas de aquel almendro hendido en la oscuridad pararon las horas en la noche más fría. También sentí que estabas.

—¿Estás aquí? —pregunté.
—Estoy detrás de ti.
—Pero no te veo si me giro.
—Sigo detrás tuyo cuando te giras.
Entonces, ¿no podré verte?
—Quizá si dejas de buscarme.
—Pero ¿quién eres?
—Ya lo sabes.
Pensé, callado. En nada. Y en ti.

—¿Cómo te encuentras? —dije entonces.
—Tengo más frío que hambre. Aunque no quieras darte cuenta.

Y pienso en ti. Quieto. Luego andando, otra vez. No te necesito. Ni a las otras, aunque no sean nadie para mí. No estoy solo. Quiero que lo sepas. Aunque no quiero pensar todo esto. Ni oír tu voz. Porque no eres tú. Echo de menos tu cintura. No puedes serlo. Tan cálida, suave... ¿Y ahora?

ahora tienes más frío que hambre.



dedicado a Anaïs la desconocida (miramealosojos.blogspot.com)